SEMANA SANTA JUEVES SANTO

 

1º de abril
(Evangelio según san Juan 13, 1-15)
El Jueves Santo es especialmente una celebración del amor.
El evangelio que se proclama hoy empieza a narrar la pasión de Jesús con la declaración de amor más bella de toda la historia:
“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”.
Estas palabras dan luz a lo que el evangelio narrará después:
así, “la hora de pasar de este mundo al Padre” se muestra como la hora del amor supremo.
El primer hecho que se narra de esa hora de la salvación, es el momento en que Jesús lava los pies a los discípulos.
Esto nos lleva a pensar que ese lavatorio de pies tiene una gran importancia, y el evangelio lo confirma:
“Sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos, toma una toalla…”
Uno podría preguntarse por qué el evangelio le da tanta importancia a un gesto tan sencillo.
Y es que en la última cena Jesús quiere dejar bien claro qué tipo de discípulos quiere, como quiere que sean sus discípulos (es decir, nosotros los cristianos)
Por eso cuando termina de lavar los pies, dice con claridad e insistencia:
“¿Comprenden lo que he hecho?..... “les he dado ejemplo para que también ustedes hagan como yo hice con ustedes”.
No puede ser más claro!! Pero también destaca que ese servicio humilde es fuente de verdadera felicidad; y la felicidad no viene de entender este mensaje, sino de cumplirlo, de hacerlo carne en nuestros comportamiento.
Ante un mensaje con tanta fuerza, que es un pedido que Jesús nos dirige de forma tan directa, no nos queda más que detenernos, y pedir la ayuda del Espíritu Santo y optar profundamente por vivirlo en la existencia nuestra de cada día.
Pedro al resistirse a que Jesús le levara los pies, de algún modo nos representa a cada uno de nosotros, porque siempre encontramos escusas para la vanidad, para el cuidado del prestigio y la apariencia, para convertirnos en el centro de los demás en lugar de ser humildes servidores
Entonces podríamos preguntarnos:
¿qué formas de vanidad hay en nuestra vida diaria?
¿Cómo lo expresan nuestros gestos, palabras y reacciones ese orgullo que todos tenemos dentro?
“Gracias Jesús por tu inmenso amor.
Gracias por esa sangre derramada que expresa cuánto nos quieres.
Gracias por habernos lavado con esa sangre en la cruz”.
Que este Jueves Santo nos encuentre unidos en el amor.
Con mi bendición.
P. Edgardo.